jueves, 27 de mayo de 2010

Impulso público y déficit fiscal: hasta donde se deb llegar?

Lo que es claro durante la evolución de esta crisis, es lo importante y necesario que ha resultado el esfuerzo fiscal para contrarrestar los efectos de la desaceleración de la economía. Actualmente nadie niega que el impulso fiscal estará presente al menos en las economías desarrolladas hasta el año 2011, sin embargo, empiezan a aparecer voces que mencionan que se debe determinar con mucho cuidado cuanto tiempo más debe durar este impulso; ya que de no revertirse a tiempo puede afectar considerablemente la sostenibilidad de las cuentas fiscales pero aún más importante podría generar un efecto inflacionario incrementando las posibilidades de elevar las tasas de interés, elemento que en un escenario de recuperación económica y con cuentas financieras sensibles en el sector privado afectaría de manera muy importante las decisiones de consumo e inversión, retrasando un despegue vigoroso de las economías.

El manejo del gasto público ha generado fuertes desequilibrios en las cuentas fiscales, en la medida que se busca reducir la fluctuación del producto frente a su nivel potencial. Como sabemos, un desvío fuerte del producto frente a su nivel potencial, se traduce principalmente en una reducción considerable del nivel de empleo, lo que afecta el nivel de bienestar de la sociedad. En las economías avanzadas, dicho impulso fiscal ha hecho que durante el año 2009 el déficit fiscal se ubique cerca del 9% del producto y se proyecta que para el 2010 éste se ubique cerca del 8% del producto.

En los Estados Unidos, el esfuerzo fiscal ha implicado niveles de déficit mucho más elevados, es así que para el año 2009 se proyectó que el déficit fiscal representará del 12.5% del producto y que para el 2010 representará el 10% del mismo. Sin embargo en el caso de la economía norteamericana podemos mencionar que se está empezando a dar lo que en economía llamamos el efecto “Crowding Out” donde las decisiones privadas de consumo e inversión son desplazadas por el efecto del incremento del gasto público, con la diferencia que dicho efecto se da en la medida que el incremento de tasas de interés influye sobre esas decisiones.


El impulso fiscal debería empezar a reducirse en la medida que el consumo y la inversión empiecen a reactivarse de manera que el gasto público empiece a ser menos relevante. Este es, como se dijo inicialmente un problema de “timing”, es decir elegir el momento oportuno para que la economía pueda desempeñarse sin ayuda. En el caso de la economía norteamericana esto no parece que sea pronto, ya que el mercado crediticio aún no responde, al menos en términos de flujos netos de crédito, estos siguen siendo negativos para el segundo trimestre del 2009. En otras palabras, de no reactivarse el mercado crediticio en Estados Unidos deberíamos esperar aún una fuerte participación del gasto público como elemento dinamizador de la economía.

El debate sobre el momento oportuno de retirar el impulso fiscal, recién empieza, pero además tiene muchas variantes, ya depende mucho también de la dinámica del sector financiero, del grado de apertura económica y de la importancia relativa de la economía frente al resto del mundo. Por lo pronto parece que la pregunta del titulo quedaría resuelta, sin embargo surge una nueva duda que esperamos abordar en el futuro ¿hasta donde se puede llegar?

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